sábado, 9 de agosto de 2014

“ANTECEDENTES HISTORICOS DE LA PEDAGOGÍA”
PRACTICAS EDUCATIVAS EN LA ANTIGÜEDAD Y PEDAGOGÍA TRADICIONAL
LA EDUCACIÓN EN GRECIA:
De recién nacidos los niños eran evaluados por una comisión gubernamental y los que tuviesen algún defecto físico o su talla o peso fuere muy inferior a los demás, eran arrojados desde un pico del Taigeto, a los demás los dejaban dormir al aire libre para garantizar que solo sobrevivieran los más fuertes. A los 7 años eran arrebatados a las familias y permanecían en el ejército hasta cumplir los 30, allí el niño aprendía a leer y escribir, y a excepción del canto, todas las demás actividades estaban vinculadas con la milicia. Al terminar su milicia, los reclutados podían volver a casa, en cuyo caso estaban obligados a buscar esposa y conformar un hogar. El celibato era castigado con la desnudez aún en invierno (“o se desnuda en casa o lo hace en público”). Siempre se debía permanecer presto a colaborar militarmente en el gobierno, manteniendo el carácter de reservista hasta cumplir los 70 años. La educación de un noble ateniense se desenvolvía entre el gimnasio y la música o en actividades protegidas por las musas, como la filosofía, la literatura y el arte. Se dice que en la Grecia de Aquiles solo uno de cada 100 atenienses sabía leer y escribir, pero que a partir de la ampliación del trabajo de los esclavos, la clase dirigente obtuvo mucho más tiempo libre para poder dedicarse a los diálogos o reposo distinguido. Fue entonces bajo esta clara separación entre el trabajo manual e intelectual cuando apareció la “Escuela Ateniense”, al empezar el siglo VI a.c., pues lo terratenientes y aristócratas griegos necesitaban crear instituciones que prepararan a sus hijos en la utilización del tiempo libre y en formación de un cuerpo robusto. El niño ateniense permanecía bajo el cuidado de su madre hasta los 6 años (el padre, a su vez, se dedicaba a discutir sobre política en la plaza y las cofradías o clubes de la época, en los que se aprovechaba el reposo distinguido). Si era varón, ingresaba a una escuela privada dirigida por un pedagogo que, en oposición a lo que hoy se cree, no era un maestro sino un esclavo o ex-esclavo que hacía las veces de acompañante e incluso recogía a sus alumnos personalmente. En la escuela aprendía a leer, escribir, cantar y a tocar la lira; aún así la mayor parte del día no la pasaba allí sino en la palestra y el gimnasio, aprendiendo a luchar, correr, nadar y lanzar el disco o la jabalina. Posiblemente la frase “mente sana en cuerpo sano” fue inventada por los padres para justificar a sus hijos el alto tiempo dedicado a estas actividades. Las mujeres no contaban con igual suerte, debían permanecer en casa cocinando y tejiendo lana hasta la edad de 16 años, edad en la cual un ciudadano que las doblaba en edad, negociaba la dote con su padre; a partir de allí seguirían haciendo y enseñando a su hijas a hacer lo mismo. El hijo varón, por su parte, continuaba en la palestra y el gimnasio, alternando estas actividades, si los recursos económicos lo permitían, con algunos estudios privados de oratoria, ciencias, filosofía e historia. Un reglamento de policía cuidaba la moderación y la decencia, un magistrado llamado sofronista vigilaba en las reuniones de los jóvenes el respeto a las conveniencias sociales, y el arconte-rey espiaba la menor infracción al orden, las leyes, la religión y la moral. Al cumplir los 18 años el individuo ingresaba a una nomadelfia en la cual era educado para la guerra y la administración pública, iniciando al mismo tiempo la prestación de su servicio militar, el cual terminaba al cumplir los 21 años. A partir de ese momento era un ciudadano que había jurado fidelidad a su Patria Atenas.
LA EDUCACIÓN ROMANA:
La educación romana se destacó frente a la educación griega a partir de la importancia que le asignó a la administración pública, la oratoria, el ejército y la familia. Como se sabe la familia romana fue mucho más unida y cerrada que la griega, convirtiéndose en una célula cuasi-militar bajo la dirección del padre. El poder del padre se vio claramente reflejado en la educación; no solo él impartía las primeras letras y las nociones de lo que hoy se llama cultura, sino que a su propio lado el niño romano aprendía a desarrollar su cuerpo y su oratoria. Mientras los niños griegos ejercitaban sus músculos en las palestras y los gimnasios, el niño romano lo hacía en su casa y con azadón en mano, incluso los hijos de los senadores acompañaban, desde los 7 o 8 años, a sus padres a largas sesiones en la Asamblea, en donde tenían que soportar desde esa tierna edad, las interesantes polémicas sobre finanzas del Estado, la Administración pública y la guerra. La conformación de una nueva clase vinculada a los negocios y que marchaba paralela con el desarrollo comercial, presionó por reformas a la educación, de manera que la escuela respondiera más a sus necesidades. La Escuela Primaria estaba a cargo de un “ludimagister” que era un antiguo esclavo, un viejo soldado o un pequeño propietario, que alquilaba un estrecho local llamado pergula y abría allí su botica de instrucción, en ella el maestro de primaria enseñaba a deletrear y memorizar leyendas. La Enseñanza Media estaba a cargo de un gramático que se desplazaba a los hogares llevando la instrucción enciclopédica que se requería en la vida política y comercial; al tiempo que la Enseñanza Superior era atendida
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por “retores”, quienes dedicaban la mayor parte del tiempo a pulir el gesto, la voz y el movimiento requerido en la oratoria senatorial. La ausencia de medios masivos de comunicación bien puede explicar el predominio que adquiría para la enseñanza en estos niveles el movimiento de la mano, la forma de secar el sudor, la manera de llevar la toga y la entonación de la voz. En estos pequeños detalles podría estar su capacidad para convencer a la población. En la fase de expansión del imperio, la educación cumple un papel fundamental y a la par con los ejércitos marchaban los retores, formando sus escuelas al pie de los campamentos.
LA ENSEÑANZA EN LA EDAD MEDIA:
El la edad media la iglesia no solo dominaba la economía y la vida social, sino también su pensamiento. Las prácticas educativas estuvieron bajo su dirección y control directo, desarrollándose la escuela alrededor de los conventos. La escuela “monástica” medioeval se dividió en tres grandes categorías: las monásticas propiamente dichas, las internas y las externas. A las monásticas asistían los siervos para escuchar las prédicas clericales en forma de catequización y buscando lograr un acercamiento de la iglesia con la población. Las internas eran reservadas para los clérigos en formación, mientras que las externas estaban destinadas a los hijos de los nobles. El ciclo primario se iniciaba con el aprendizaje de oraciones en latín, dando paso luego a la enseñanza de la escritura y la lectura en el mismo idioma, para culminarla con algunas nociones de aritmética y cantos religiosos. Las ayudas didácticas consistían principalmente en palos o varas para golpear a los muchachos; esta costumbre se generalizó al punto que la expresión medieval “vivir bajo la vara” significaba estar en la escuela. El ciclo de estudio secundario giraba en torno a las llamadas “siete artes liberales” que fueron: gramática, retórica, dialéctica, música, aritmética, geometría y astronomía. Mediante ellas el estudiante debería pulir su lenguaje, aprender a hablar de manera elegante, entonar cantos religiosos y conocer las nociones sobre los calendarios y las matemáticas. En el ciclo universitario se estudiaban estas mismas áreas en la facultad inferior, para posteriormente optar por la teología, la medicina o la jurisprudencia.
LA PEDAGOGÍA TRADICIONAL:
La Pedagogía Tradicional ha dominado la mayor parte de las prácticas educativas a lo largo de la historia humana y aún así solo ha recibido unas pocas líneas de sustentación. No ha contado con defensores teóricos, aunque se cuentan por millares sus defensores de hecho. Se impone, se establece y se produce casi sin darnos cuenta con el poder oculto de hacer ver como eterno lo que solo es temporal. Se puede afirmar que en la Escuela Tradicional, bajo el propósito de enseñar conocimientos y normas, el maestro cumple la función de TRANSMISOR; el maestro dicta la lección a un estudiante que recibirá las informaciones y las normas transmitidas. La férula y el castigo recuerdan a los estudiantes que, al mismo tiempo que la letra con sangre entra, enseña a respetar a los mayores. El aprendizaje es también un acto de autoridad. Para Alain el principal deseo del niño es el de dejar de serlo, lo cual le confiere un gran impulso a su actuación y un inagotable deseo de superarse; quiere actuar como adulto y aún así se complace con el juego y sigue siendo niño. En torno a esta contradicción se desarrolla el proceso educativo. El papel del maestro es favorecer su deseo colocando un foso entre el juego y el estudio. El niño mismo desea que lo saquen del mundo del juego porque quiere sentirse adulto, de allí que “él os agradecerá haberlo obligado, os despreciará por haberlo halagado o mimado”. Para conseguir dicho propósito, el maestro tiene que actuar de una manera severa y exigente ya que el niño y el hombre, para Alain, buscarían siempre lo difícil, solo aquello que les represente esfuerzos será de su atracción. Por ello, en la educación es conveniente y necesario tratar con severidad a los estudiantes, colocarles retos difíciles y exigirles el máximo que ellos pueden dar. Prometer a los niños el placer y la felicidad, por el contrario, es ir contra la naturaleza humana y contra la necesidad de superarse venciendo las dificultades. Alain no solo sustenta la rudeza en el trato del niño, sino que justifica la reiteración por parte del maestro y la copia sucesiva por parte del niño, “repetir y hacer repetir, corregir y hacer corregir”,El estudiante debe imitar y copiar durante todo el tiempo, aunque lo que él copie no lo entienda. La imitación es lo fundamental para Alain, por ello propone que desde los primeros años se permita el acercamiento del niño a los grandes modelos que han existido principalmente en la literatura y las artes. Escuchando la poesía y la música clásica, el niño irá aprendiendo a imitarla, y estas imitaciones sucesivas y reiteradas irán creando las condiciones para que él, algún día, pueda crear. En conclusión, según Alain, la Escuela Tradicional se sustenta en la rudeza del trato al estudiante, justifica la imitación y propone como única posibilidad de aprendizaje escolar la copia sucesiva de lo dicho por el profesor.

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